jueves, febrero 09, 2012
martes, septiembre 20, 2011
martes, agosto 23, 2011
lunes, agosto 15, 2011
TELAM
CRUELDADES CONTEMPORANEAS A CARGO DE UN DRAMATURGO BRITANICO
El director Cristian Drut está dando a conocer en la Argentina al británico Martin Crimp, cuya obra "En el campo", estrenada en la sala porteña de Hebraica, da una idea de por dónde pasa el teatro de texto inglés actual.
Hay un médico exitoso (Ignacio Rodríguez de Anca) que se ha mudado de la ciudad al campo junto a su esposa (Carolina Tejeda) y que una noche aparece en su casa, un ex establo, con una desconocida (Cecilia Czornogas), aparente víctima de un accidente.
La relación del facultativo con su mujer no es de lo mejor y la nueva situación implica que se forme un triángulo con muchos elementos de intriga, sobre todo porque el autor jamás pone al trío completo en escena y cada segmento desliza giros inesperados.
La batalla verbal que envuelve al matrimonio deja entrever que hubo una adicción a las drogas en el pasado inmediato, más importante todavía que el asunto amoroso que alguna vez lo ocupó y que pone a la luz la descomposición del vínculo.
Lo notorio es la frialdad del trato entre los personajes, cuyos sentimientos quedan siempre a resguardo de sus frases filosísimas y donde cada cual defiende su individualidad a capa y espada sin atisbo alguno de compromiso afectivo.
En lo que sus responsables califican como un "thriller" psicológico, el hombre ofrece a su esposa una versión profesional y ética sobre el hallazgo de la chica, en tanto el encuentro entre ambas mujeres dista de ser pacífico, para luego conocerse la verdadera entidad del vínculo entre el médico y la tercera en discordia.
Carolina Tejeda -vista en "Mujeres en el baño", "UnosDos" y dueña de una galardonada actuación en "Harina"- compone con adecuada mordacidad a esa esposa cuya ubicación en medio de la nada es el infierno de su matrimonio, y la certera Cecilia Czornogas es la dura jovencita que llega para sustituirla.
Para ambas, el médico puede llegar a ser nada más que un trofeo vacío, un dueño de casa utilitario, en una radiografía de lo que para Crimp es el espíritu de la actualidad de la que el todo vale y el todos contra todos son ingredientes.
En el medio, Rodríguez de Anca -notorio en "Raíces" y "La persuasión"- acata el difícil trabajo de ser el hombre que cambia de verdades según la interlocutora, para quien el público, esa implacable cuarta pared, puede o no apañar en su dualidad.
Existe además un cuarto personaje, masculino, al que nunca se ve y que a veces habla por teléfono: es de algún modo la contrapartida de la joven, ambiguo amigo de la casa, tal vez amante de la mujer.
La responsabilidad de la platea, nunca tan activa, radica en armar el rompecabezas que presenta Crimp con un triángulo de crudeza y desamor desmedidos, en el que hasta el genuino erotismo es abortado apenas se insinúa.
El cercano y ancho escenario de la sala, a cuyo fondo aparece una composición plástica con aires de mar de Cecilia Zuvialde, le sirve al director Drut para resaltar el perfil de los personajes, que nacen o permanecen en forma fantasmal en los cambios de escena.
La música original de Nacho Czornogas marca como un reloj el paso del tiempo aún desde antes del comienzo y subraya con inteligencia algunos pasajes de ruptura, sobre todo aquellos en que el hombre titubea en sus coartadas.
"En el campo" se ofrece en el Teatro SHA, Sarmiento 2255, los sábados a las 21 y los domingos a las 19.
El director Cristian Drut está dando a conocer en la Argentina al británico Martin Crimp, cuya obra "En el campo", estrenada en la sala porteña de Hebraica, da una idea de por dónde pasa el teatro de texto inglés actual.
Hay un médico exitoso (Ignacio Rodríguez de Anca) que se ha mudado de la ciudad al campo junto a su esposa (Carolina Tejeda) y que una noche aparece en su casa, un ex establo, con una desconocida (Cecilia Czornogas), aparente víctima de un accidente.
La relación del facultativo con su mujer no es de lo mejor y la nueva situación implica que se forme un triángulo con muchos elementos de intriga, sobre todo porque el autor jamás pone al trío completo en escena y cada segmento desliza giros inesperados.
La batalla verbal que envuelve al matrimonio deja entrever que hubo una adicción a las drogas en el pasado inmediato, más importante todavía que el asunto amoroso que alguna vez lo ocupó y que pone a la luz la descomposición del vínculo.
Lo notorio es la frialdad del trato entre los personajes, cuyos sentimientos quedan siempre a resguardo de sus frases filosísimas y donde cada cual defiende su individualidad a capa y espada sin atisbo alguno de compromiso afectivo.
En lo que sus responsables califican como un "thriller" psicológico, el hombre ofrece a su esposa una versión profesional y ética sobre el hallazgo de la chica, en tanto el encuentro entre ambas mujeres dista de ser pacífico, para luego conocerse la verdadera entidad del vínculo entre el médico y la tercera en discordia.
Carolina Tejeda -vista en "Mujeres en el baño", "UnosDos" y dueña de una galardonada actuación en "Harina"- compone con adecuada mordacidad a esa esposa cuya ubicación en medio de la nada es el infierno de su matrimonio, y la certera Cecilia Czornogas es la dura jovencita que llega para sustituirla.
Para ambas, el médico puede llegar a ser nada más que un trofeo vacío, un dueño de casa utilitario, en una radiografía de lo que para Crimp es el espíritu de la actualidad de la que el todo vale y el todos contra todos son ingredientes.
En el medio, Rodríguez de Anca -notorio en "Raíces" y "La persuasión"- acata el difícil trabajo de ser el hombre que cambia de verdades según la interlocutora, para quien el público, esa implacable cuarta pared, puede o no apañar en su dualidad.
Existe además un cuarto personaje, masculino, al que nunca se ve y que a veces habla por teléfono: es de algún modo la contrapartida de la joven, ambiguo amigo de la casa, tal vez amante de la mujer.
La responsabilidad de la platea, nunca tan activa, radica en armar el rompecabezas que presenta Crimp con un triángulo de crudeza y desamor desmedidos, en el que hasta el genuino erotismo es abortado apenas se insinúa.
El cercano y ancho escenario de la sala, a cuyo fondo aparece una composición plástica con aires de mar de Cecilia Zuvialde, le sirve al director Drut para resaltar el perfil de los personajes, que nacen o permanecen en forma fantasmal en los cambios de escena.
La música original de Nacho Czornogas marca como un reloj el paso del tiempo aún desde antes del comienzo y subraya con inteligencia algunos pasajes de ruptura, sobre todo aquellos en que el hombre titubea en sus coartadas.
"En el campo" se ofrece en el Teatro SHA, Sarmiento 2255, los sábados a las 21 y los domingos a las 19.
martes, agosto 09, 2011
viernes, julio 08, 2011
domingo, julio 03, 2011
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