La potencia de la palabra.
por Verónica Bergner
Por cuarto año consecutivo, la obra de la dramaturga inglesa Sarah Kane se presenta en el circuito teatral porteño; y nuevamente la palabra invade el escenario. Cuatro voces hablan, se hablan, nos hablan, se contestan, se contradicen, se ignoran, se cruzan y nos cruzan. No hay un argumento lineal, no hay una locación espacial ni temporal; tan sólo cuatro cuerpos inmóviles: dos hombres y dos mujeres, sentados, mirando al frente, cada uno en una silla.
A diez años de su muerte, el director Cristian Drut hace que sus palabras se sigan escuchando, privilegiando su contundencia, a través de un coro de voces que discurre sin detenerse hasta el final, mientras que los cuatro cuerpos permanecen estáticos.
A través de la palabra se sueña, se anhela, se sufre, se intenta pero el cuerpo no acompaña. Sólo permanece, disociado, impotente frente a todo aquello. Al mismo tiempo, este contraste es acompañado por proyecciones que atraviesan a los actores y tiñen la pared a sus espaldas y a sus costados, mutando continuamente, sin imágenes figurativas, tan sólo formas que acompañan a las voces sin definir o especificar tampoco demasiado.
La puesta pone en un primer plano al texto, desafiando a los actores que con poco margen para el movimiento, acudiendo a gestos precisos, casi imperceptibles, tendrán que transmitir la fuerza de sus líneas. La tarea no es fácil pero los cuatro actores logran generar muchos momentos interesantes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario